¿Qué es un pólipo?
El pólipo consta de una excrecencia o neoformación que tiene lugar en la superficie de la mucosa, como en la mucosa de nariz, estómago, intestino y útero en el caso de las mujeres.
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En cualquier caso, los pólipos están unidos a un determinado órgano a través de un eje conectivo revestido de una mucosa. Cabe destacar que, si hay más de uno o varios juntos, los especialistas lo consideran poliposis. Se analizan para determinar su etiologia benigna o maligna.
¿Cómo se manifiesta un pólipo y qué síntomas genera?
La mayoría de las personas que lo presentan son asintomáticas. Por esta razón, se realiza un estudio y se descubre que lo tienen en alguna parte o zona del cuerpo.
No obstante, tanto los síntomas como otros inconvenientes que pueden producir varían dependiendo principalmente de la ubicación exacta. Por ejemplo, los que se encuentran en cavidad uterina cuentan con mayores probabilidades de causar hemorragia. Los que están en la laringe alteran la voz y, los del intestino,pueden provocar una invaginación, entre otros.
Otros pólipos que resultan molestos son los nasales. Pueden generar obstrucción, rinorrea y hasta pérdida de olfato. Pueden generar diferentes complicaciones según la edad de la persona.
¿Cómo se originan y por qué?
No hay una razón exacta y fehaciente que establezca por qué el pólipo se origina y se desarrolla. Sin embargo, los distintos estudios y experiencias de pacientes muestran que, por ejemplo, los nasales son propensos a aparecer cuando hay alergias, asma, sinusitis, contaminación y fibrosis quística.
Al mismo tiempo, las mujeres premenopáusicas tienden más a presentar pólipos en algún momento de su vida que las que viven la etapa de la menopausia alrededor de los 50 años.
¿Qué tratamiento se requiere para los pólipos?
Dependiendo la zona donde se sitúe, gravedad, evolución, los especialistas intentarán realizar una intervención denominada polipectomía. Esta última puede desarrollarse por endoscopía y tienen como fin eliminar por completo el pólipo y sus respectivas consecuencias.
Lo cierto es que algunos resultan más sencillos de detectar que otros, lo que también influye al momento de efectuar un tratamiento o intervención; por ejemplo, los que están en la zona del útero pueden detectarse mediante una ecografía transvaginal.