La ecografía ginecológica es un método de diagnóstico por imágenes en el que se utilizan ondas de ultrasonido para explorar los órganos reproductivos femeninos: el útero y el cuello del útero (cérvix), los ovarios, las trompas de Falopio y la vagina. Cuando la ecografía se realiza para el seguimiento del embarazo, se denomina ecografía obstétrica y tiene otras finalidades.
Los principios del método son los mismos que para todas las ecografías. De manera muy resumida: se utiliza un transductor-receptor, que emite ondas de alta frecuencia (o ultrasonido) y recibe el “eco” que generan al rebotar a su paso por los diferentes tejidos y órganos. Las ondas captadas son transmitidas a una computadora, donde se convierten en imágenes visibles en una pantalla, en escala de grises. Para conocer más acerca del método puede consultar la nota: “¿Qué es una ecografía?“
Según el transductor que se utilice, existen dos tipos de ecografía ginecológica:
Cuando a la ecografía se agrega el “efecto Doppler”, se obtiene información sobre la velocidad y el flujo de sangre en los órganos ubicados en la cavidad pelviana. Este estudio se conoce como ecografía Doppler ginecológica o transvaginal.
Ambos tipos de ecografía ginecológica, transabdominal y transvaginal, tienen en común que:
¿En qué difieren estos dos tipos de ecografía ginecológica, más allá del transductor? Además de la clase de transductor empleado, hay diferencias en la preparación y algunos usos médicos más específicos.
Se le solicitará beber tres o cuatro vasos de agua o líquido por lo menos una hora antes de la cita programada, y no vaciar la vejiga hasta terminar el estudio. El motivo es que el útero y los anexos se encuentran detrás de la vejiga y es difícil visualizarlos; debido a que las ondas de sonido atraviesan mejor el líquido, las imágenes mejoran notablemente con la vejiga llena. Además, la vejiga llena desplaza las asas de intestino que también puede interponerse en el recorrido de las ondas de ultrasonido y disminuir la calidad de las imágenes por la presencia de gases intestinales.
La ecografía transvaginal no requiere ninguna preparación especial, es decir que no es necesario beber agua previamente; inmediatamente antes de realizar el estudio, se le solicitará que evacúe la vejiga.
La ecografía transvaginal permite visualizar mejor los órganos internos femeninos, sin interposición de la vejiga, desde ángulos que no pueden obtenerse con el transductor transabdominal. Es especialmente útil, entre otras indicaciones, para evaluar el endometrio (capa interna del útero) y el cuello uterino (cérvix), y para determinar la reserva ovárica y la presencia de patología en los órganos pelvianos, en las consultas sobre fertilidad. Se ha convertido además en la herramienta fundamental para monitorear el tamaño de los folículos ováricos, en los protocolos de fertilización in vitro (indica el mejor momento para aspirar el óvulo).
Ahora que ya sabes cuáles son los distintos tipos de ecografías ginecológicas y para qué sirven, solicita un turno en Diagnóstico Rojas y previene cualquier tipo de enfermedad.