La ecografía ginecológica es una técnica de estudio por imágenes no invasiva que, mediante ultrasonidos, permite examinar sin daño alguno, los genitales internos de la mujer.
Con el fin de interpretar claramente en qué consiste una ecografía ginecológica es necesario hacer un pequeño repaso de cómo funcionan otros tipos de ecografías.
La ecografía ginecológica es uno de los estudios que con mayor frecuencia solicitan los ginecólogos y es mucho más informativa si se realiza con la vejiga con cierto contenido urinario. Existen diferente modalidades de abordaje y tecnología, que a continuación comentamos:
Para realizar la ecografía transvaginal la paciente debe esta acostada (de cúbito dorsal), en posición ginecológica. No es necesario tener retención urinaria, por lo que es mucha más cómoda que otras variantes de estudio. El médico introduce por vía intravaginal una sonda, en cuyo extremo tiene el transductor, elemento que permite construir la imagen anatómica del órgano en estudio, la que es examinada por medio de un monitor por el médico operador. La sonda vaginal guarda todas las medidas de seguridad biológica que requiere todo acto médico invasor. El extremo de la sonda intravaginal donde se halla el transductor estará cubierta de un gel hidrosoluble que facilita el pasaje de la sonda sónica del equipo al cuerpo humano, sin interferencia alguna, permitiendo obtener imágenes de alta calidad y gran detalle anatómico. El estudio, en manos expertas, se realiza en un corto tiempo, siempre dependiendo de la complejidad diagnóstica de cada caso.
Es una de la tantas modalidades de diagnóstico por imágenes que emplea sonidos de alta frecuencia, llamados ultrasonidos. Las ondas utilizadas se hallan en el rango de los 3 a 10 megaHerzt, dependiendo el órgano que se desee estudiar. Más sencillo, son ondas sónicas por debajo del rango de la audición humana. Es una modalidad diagnóstica que no emplea radiaciones ionizantes. La onda sónica se propaga por el organismo, con alta velocidad y se refleja, formando una imagen del órgano en estudio. La información aportada es bidimensional, pero como son cortes milimétricos, da una información más exacta de un volumen. Tiene amplia aplicaciones para ver los órganos viscerales con mayor contenido acuoso: el útero, ovario, riñón, vejiga, hígado, páncreas, embarazos, etc. En cambio el ultrasonidos tiene gran dificultad para propagarse por el hueso.