Los pólipos cervicales son crecimientos anormales en la superficie del cuello uterino, que pueden ser benignos o malignos.
Los pólipos cervicales son una afección común en mujeres de todas las edades.
Aunque no siempre presentan síntomas, algunos de los más comunes son:
La mayoría de los pólipos cervicales se diagnostican mediante una revisión ginecológica y una citología cervical, pero en algunos casos puede ser necesario realizar una ecografía o una histeroscopia para confirmar el diagnóstico.
En el diagnóstico por imágenes, la ecografía es una herramienta valiosa para identificar la presencia y características de los pólipos cervicales.
El médico puede realizar una ecografía transvaginal para obtener una imagen detallada de la pelvis y del cuello uterino, y así determinar el tamaño y la ubicación de los pólipos.
Otras pruebas de diagnóstico por imágenes, como la resonancia magnética o la tomografía computarizada, pueden ser necesarias en casos más complejos.
El tratamiento de los pólipos cervicales varía según el tamaño y la cantidad de pólipos presentes.
Los pequeños pólipos cervicales pueden ser removidos durante una citología cervical de rutina. Para los pólipos más grandes, el tratamiento puede incluir la eliminación quirúrgica por legrado, electrocauterización o histeroscopia.
En algunos casos, se pueden utilizar medicamentos hormonales para reducir el tamaño de los pólipos antes de su extracción quirúrgica.
La ecografía y otras pruebas de diagnóstico por imágenes son valiosas en el diagnóstico de los pólipos cervicales y pueden ayudar a guiar el tratamiento.
Es importante mencionar que la prevención y el diagnóstico temprano son claves para evitar complicaciones en el futuro.
Las mujeres deben realizarse exámenes ginecológicos regulares y seguir las recomendaciones de su médico en cuanto a la detección y el tratamiento de los pólipos cervicales.
Es importante que estés atenta a cualquier síntoma y acudir al médico de inmediato si se sospecha su presencia.