El cáncer de útero es el tumor maligno más frecuente del aparato reproductivo femenino. En aproximadamente el 80% de los casos, se origina en el endometrio y se denomina adenocarcinoma.
El útero es un órgano hueco ubicado en la cavidad pelviana de la mujer, detrás de la vejiga y delante del recto. Está compuesto por tres capas que, desde adentro hacia afuera del órgano, son:
El cáncer de útero se puede detectar en una ecografía, en especial cuando se realiza una ecografía transvaginal, la cual permite visualizar mejor el endometrio. Ante síntomas de sangrado anormal, la ecografía puede permitir detectar temprano lesiones sospechosas. El diagnóstico de cáncer de útero se debe confirmar con una biopsia y exámenes de laboratorio específicos.
Es frecuente que el cáncer uterino se logre detectar en etapas tempranas porque habitualmente produce sangrado vaginal anormal: ciclos irregulares, sangrado entre los períodos menstruales (spotting) o después de la menopausia. También puede causar dolor en la zona pelviana.
Ante la consulta por estos síntomas, la ecografía es habitualmente el primer estudio por imágenes para examinar los órganos reproductivos femeninos. El útero puede ser sitio de localización de diferentes condiciones benignas, que también pueden causar sangrado vaginal anormal, dolor o masas tumorales; por ejemplo: tumores fibroides, miomas, pólipos benignos, endometriosis, etc.
La ecografía puede detectar el cáncer de útero, aunque el diagnóstico debe establecerse con una biopsia y exámenes específicos con la muestra de tejido. Cuanto más temprano se identifica el cáncer uterino, mejores son las probabilidades de curación con la cirugía.
El médico puede solicitar una ecografía transabdominal (o pelviana), o una ecografía transvaginal. Con mucha frecuencia, ambos tipos de ecografía se solicitan simultáneamente.
El principio fundamental de todas las ecografías es el uso de ondas de sonido de alta frecuencia (ultrasonido). El equipo cuenta con un transductor-receptor, que emite las ondas de ultrasonido y recibe el “eco” que generan al rebotar cuando atraviesan los diferentes órganos internos. Las ondas recibidas como “eco” se transmiten a una computadora que, mediante programas informáticos específicos, las convierte en imágenes visibles en un monitor.
Ambas clases de ecografía, transabdominal y transvaginal: son ambulatorias, no requieren ayuno, son seguras, indoloras y se completan en pocos minutos.
Si la ecografía detecta una lesión sospechosa para detectar el cáncer de útero, el paso siguiente es obtener una muestra de endometrio mediante una biopsia. El tejido obtenido será analizado en un laboratorio de anatomía patológica, para determinar si las células son cancerosas, de qué tipo son y si presentan algunos rasgos (genes, proteínas u otros factores) que pueden guiar la elección del tratamiento.
Si se confirma el diagnóstico de cáncer de útero, se solicitarán otros estudios por imágenes para definir si la enfermedad se ha extendido a algún otro sitio en el organismo (metástasis). Estos estudios pueden incluir algunos de los siguientes: